¿Qúe son los valores?
Los valores hacen referencia a las cualidades objetivas de
las cosas. Podía resumirlos en juicios de deseo o rechazo que se atribuyen a
los hechos y objetivos, es decir, son principios o criterios que definen lo que
es bueno o malo, por lo que acaban influyendo en un alto grado en la conducta
de los miembros del grupo social. (García Ferrando, 1996).
Kuluckholn, (1951) define los valores como concepciones o
criterios de lo deseable, y que proveen la base para seleccionar entre alternativas
de pensamientos, sentimientos y acciones.
Por otra parte, el deporte tiene de por sí valores como el
trabajo en equipo, el respeto por el compañero, la delegación de tareas, la
corresponsabilidad, el diálogo, la
creatividad, el esfuerzo en conseguir un objetivo común, el fomento de la
superación personal...
Esto creo que es suficiente
argumento para que la práctica deportiva
goce de presencia destacable en muchas de las actividades que se desarrollan
con el objetivo de contribuir al proceso educativo de los jóvenes… y no tan
jóvenes.
A través de esta práctica físico-deportiva, tenemos la
posibilidad de reproducir implícitamente valores de la sociedad en la que
vivimos, por ejemplo, podemos promover una educación de la conciencia
colectiva, la participación y la convivencia pacífica. Pero además otra de las
posibilidades educativas del deporte, es el desarrollo e interiorización de hábitos
saludables e higiénicos, o como también los hábitos de relación social entre
otras.
Tipos de valores
Los valores que son más válidos e interesantes de transmitir
son aquellos que, sin llegar a ser coyunturales, proporcionan un sustento como
medio para conseguir nuestro fin último: el desarrollo global e integral.
Haciendo caso a muchos autores y profesionales de este
ámbito, y basándome en lo que ellos promulgan, cabe destacar o diferenciar los valores intrínsecos al deporte por un lado, y los
extrínsecos al mismo por otro. De otra forma, cuáles son propios y susceptibles
de ser adquiridos por el deporte y cuáles son los adjudicados por la
subjetividad cultural del hombre.
Según Seirul.lo (1995) hay tres valores intrínsecos a la
actividad deportiva: el agonístico, el lúdico y el hedonístico.
El valor agonístico promueve una apología por “aplastar” al contrario, y desvirtúa
otros como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda mutua, el altruismo, … En
cierta medida es verdad, ya que actualmente el deporte se basa en eso, en los
resultados ( ya sea ganar partidos, competiciones, títulos, conseguir
objetivos,…) y lo que nos atrae del mismo
es este comportamiento agonístico. No obstante, “competir es una conducta humana
que, por sí misma, no debe ser considerada como buena o mala, es el uso y
orientación de la misma, la que le puede dar uno u otro carácter” (Hernández,
1989:79) lo que implica que es totalmente apropiado enseñar a competir; siempre
como un medio para auto superarnos, de mejorar respecto a nosotros mismos y
nunca violando los derechos de los demás en beneficio propio.
El valor lúdico, hace referencia al juego. No se trata de ganar, se trata de pasarlo
bien de una forma más o menos organizada. A pesar de ser uno la antítesis del
otro, se necesitan los dos, el uno del otro. El factor lúdico, es lo que nos
sirve como un inestimable recurso para favorecer los aprendizajes. Se trata, en
definitiva, de aprender a jugar y de aprender jugando.
Otro valor intrínseco es el hedonístico. Practicamos deporte
por el mero hecho del placer que nos aporta su realización. Se dice que este
factor es el que influye en que nos decantemos por uno u otro deporte. El
estado de bienestar que nos produce nos es grato, no hay motivaciones
extrínsecas. Placer por el deporte o actividad física.
Es de destacar un último valor, que quizás pase
desapercibido. El valor higiénico; éste además de favorecer la formación de
actitudes de respeto y cuidado hacia el propio cuerpo, se está considerando en
el currículo como que “la actividad física favorece la conservación y mejora de
la propia salud y estado físico, así como que previene determinadas enfermedades
y disfunciones” (B.O.V., 1993:1948). Este sería por así decirlo, uno de los
valores más elementales presentes en la actividad física desde los comienzos de
la humanidad.
Por otro lado, a partir de los resultados obtenidos por las
investigaciones realizadas por M. Gutiérrez San Martín (1995), se concluye en
que los valores más propicios de alcanzar a través de la actividad física y el
deporte, se clasifican en dos grupos y son los siguientes:
• Valores sociales: Participación de todos, respeto a los
demás, cooperación, relación social, amistad, pertenencia a un grupo,
competitividad, trabajo en equipo, expresión de sentimientos, responsabilidad
social, convivencia, lucha por la igualdad, compañerismo, justicia,
preocupación por los demás, cohesión de grupo.
• Valores personales: Habilidad (forma física y mental),
creatividad, diversión, reto personal, autodisciplina, autoconocimiento,
mantenimiento o mejora de la salud, logro (éxito-triunfo), recompensas,
aventura y riesgo, deportividad y juego limpio (honestidad), espíritu de
sacrificio, perseverancia, autodominio, reconocimiento y respeto (imagen
social), participación lúdica, humildad, obediencia, autorrealización,
autoexpresión, imparcialidad.
Valores que se dan en equipos deportivos desde el deporte
base al deporte de alto rendimiento
La participación en un equipo deportivo es una
oportunidad para que los deportistas aprendan muchos valores como:
El respeto: La base de la relación entre el entrenador y los miembros del equipo debe fundarse en un respeto mutuo. Si el deportista se siente seguro y apoyado por su entrenador, se motiva a dar su mejor esfuerzo por gusto, y no por miedo. En una sana competencia debe haber respeto hacia todos los participantes y hacia las reglas del juego.
El espíritu de lucha: El deporte puede enseñar a la persona a no rendirse pronto ante la adversidad. Por ejemplo, el jugador que no suelta la pelota a pesar de la oposición de los contrincantes está aprendiendo a ser perseverante y tenaz. Luchar por llegar a la meta no viene por naturaleza; es una actitud aprendida por la práctica.
El espíritu de equipo: En un equipo infantil no debe haber estrellas ni protagonismo. Todos los miembros del equipo deben tener la oportunidad de brillar. En un equipo senior, aunque haya uno o varios jugadores que destaquen por encima del resto, no se puede llegar al éxito sin la ayuda de todos los componentes de la plantilla.
La lealtad: Esta se construye tanto adentro como afuera del campo. Para lograr la unidad basada en la pertenencia, el equipo debería reunirse durante la semana para entrenar y otra para convivir socialmente, además del partido; pudiendo ser el mismo día (lo que llamamos concentración).
El autoestima: El deportista adquiere seguridad personal por pertenecer a un equipo donde su participación es clave para el éxito común.
En este último punto toma mucha importancia que el equipo esté bien manejado y gestionando, de tal forma que de seguridad a sus miembros y les permita fracasar sin el peligro de ser rechazados. Dentro de un sano ambiente de equipo, el fracaso es una oportunidad para aprender y mejorar.
La tolerancia y la aceptación: Estos valores van de la mano con el autoestima. Al grado que el deportista se siente apoyado, sabrá apoyar a sus compañeros, permitiendo que sean imperfectos y aprendiendo a aceptar a todos sin condiciones.
El respeto: La base de la relación entre el entrenador y los miembros del equipo debe fundarse en un respeto mutuo. Si el deportista se siente seguro y apoyado por su entrenador, se motiva a dar su mejor esfuerzo por gusto, y no por miedo. En una sana competencia debe haber respeto hacia todos los participantes y hacia las reglas del juego.
El espíritu de lucha: El deporte puede enseñar a la persona a no rendirse pronto ante la adversidad. Por ejemplo, el jugador que no suelta la pelota a pesar de la oposición de los contrincantes está aprendiendo a ser perseverante y tenaz. Luchar por llegar a la meta no viene por naturaleza; es una actitud aprendida por la práctica.
El espíritu de equipo: En un equipo infantil no debe haber estrellas ni protagonismo. Todos los miembros del equipo deben tener la oportunidad de brillar. En un equipo senior, aunque haya uno o varios jugadores que destaquen por encima del resto, no se puede llegar al éxito sin la ayuda de todos los componentes de la plantilla.
La lealtad: Esta se construye tanto adentro como afuera del campo. Para lograr la unidad basada en la pertenencia, el equipo debería reunirse durante la semana para entrenar y otra para convivir socialmente, además del partido; pudiendo ser el mismo día (lo que llamamos concentración).
El autoestima: El deportista adquiere seguridad personal por pertenecer a un equipo donde su participación es clave para el éxito común.
En este último punto toma mucha importancia que el equipo esté bien manejado y gestionando, de tal forma que de seguridad a sus miembros y les permita fracasar sin el peligro de ser rechazados. Dentro de un sano ambiente de equipo, el fracaso es una oportunidad para aprender y mejorar.
La tolerancia y la aceptación: Estos valores van de la mano con el autoestima. Al grado que el deportista se siente apoyado, sabrá apoyar a sus compañeros, permitiendo que sean imperfectos y aprendiendo a aceptar a todos sin condiciones.
La competición en relación a los valores del deporte
No hay que olvidar que es bastante posible que la
competición demasiado pronto pueda tener el efecto de disuadir a ciertos niños y niñas. El
constante seguimiento de excelencias y la disponibilidad de modelos de élite
pueden actualmente desalentar algunos jóvenes de intentar un deporte por miedo
de no ser capaces de alcanzar un nivel aceptable.
La búsqueda del resultado, es decir, enfocar todas las
acciones hacia el objetivo final, sin incidir en el proceso y los
procedimientos empleados para su consecución acarrea unos efectos negativos que
normalmente se plasman en este tipo de acciones:
• Utilizar el engaño hacia el entrenador, compañeros,
árbitro, competición,...
• Propiciar el aislamiento temprano de aquellos jugadores
menos capacitados técnica y físicamente.
• Posibilitar relaciones de enemistad basadas en el
establecimiento de desigualdades entre los miembros del equipo o con
adversarios.
• Generar situaciones de frustración y de inseguridad por
establecer objetivos irrealizables, y con los que los niños y las niñas sobre
todo no se sentían identificados o no estaban motivados.
Citando a Huxley (1969), “como cualquier instrumento
inventado por el hombre, el deporte puede utilizarse con buenos y malos
propósitos. Bien aplicado puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento
de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación
de los intereses del grupo. Mal utilizado, puede estimular la vanidad personal
y la del grupo, el deseo codicioso de victoria y el odio a los rivales, un
espíritu corporativo de intolerancia y un desdén por aquellas personas que se
encuentran más allá de un cierto rol arbitrariamente seleccionado.”
No es que la competitividad deba entenderse como algo
negativo si supone excelencia en la competencia de cada uno. La competitividad
reglamentada y correcta, que supone logro de excelencia y lucha personal, que
procura la superación de uno mismo, y de sus limitaciones en orden al logro de
objetivos que supongan el éxito individual y, mejor aún, compartido, incrementa
el sentimiento de pertenencia a grupo, al equipo, y la confianza en las
posibilidades de cada uno para proponerse objetivos y lograrlos.
CONCLUSIÓN
Pienso que en la etapa de Iniciación deportiva o deporte
base, la competición tiene que ser un medio más de aprendizaje del joven
deportista y no convertirlo en el fin, o en el foco alrededor gira todo
(entrenamientos, minutos de juego, etc.) ya que la consecuencia de ello sería
borrar los valores propios del deporte.
Poco a poco la competición y competitividad debe irse
introduciendo ya que eso producirá un estímulo mayor en el deportista (ya dejamos
de ser niños/as o jóvenes) y será lo que juzge la situación de cada persona
dentro del deporte.
¿Qué ocurre debido a esto?
Que entendemos como
normal situaciones que se producen en los entrenamientos o competiciones en
todos los deportes. Insultos hacia jueces, árbitros, rivales, jugadores
propios,… malos tiempos, tristeza, lloros,.. si el deporte está hecho para
disfrutar; si los valores del mismo nos indican que habría que cambiar todo lo
anterior por ánimos, signos de fair- play, alegría, desconexión de la rutina,
ocupación del tiempo de ocio,..
¿Cómo no desvirtuar los valores del deporte?
Díficil no, dificilísimo. Habría que cambiar la mentalidad
de tantas y tantas personas que se me antoja como casi imposible. No obstante,
todo debiera empezar por un cambio de las personas que realmente amamos el
deporte…
BIBLIOGRAFIA
*Amat,
M y Batalla, A. Deporte
y educación en valores. Revista
Aula de Innovación Educativa. (91). 10-13. Barcelona. 2000.
* Blázquez
Sánchez, Domingo. La
iniciación Deportiva y el Deporte escolar. Inde Publicaciones. Barcelona. 1995.
* B.O.C.
Núm. 44,9 de Abril
de 1993; Núm. 4, 10 de Enero 1994.
* Bolivar,
A. La
Evaluación de valores y actitudes. Anaya. Madrid. 1995.
* Cagigal,
J.M. Cultura
intelectual y cultura física. Kapelusz. Buenos Aires. 1979.
* Camps,
Victoria. Los valores de la
Educación. Anaya.
Madrid. 1998..
* González,
L.D. Deporte
y educación. 1993.
* Gutiérrez
Sanmartín, M. Los
valores sociales y Deporte. Gymnos
ed. 1995.
* Gutiérrez,
M. ¿Por
qué no utilizar la actividad física y el deporte como transmisor de valores sociales
y personales ? Rev.
Española de Educación Física y Deportes. Vol
3. Nº 1. Pp. 40-42. 1996.
* Kohlberg, L. Stage and sequence. The
cognitive-developepment al approachto socialization. In D. A. Goslin (Ed.), Handbook of socialization theory and research.
Chicago: Ran- McNally. 1969.
* Ortega,
P y Otros. Valores y educación. Ariel. Barcelona 1996.
* Palacios,
J. El
planteamiento educativo como solución al problema de la violencia en el deporte. Apunts Educació Física i Esports,
23, 89-98. 1991.
* Seirul.Lo,
F. Valores
educativos del deporte. Inde.
Barcelona. 1995.
* Ruíz Llamas, G; Cabrera
Suárez, D. Los valores en el deporte. http://www.revistaeducacion.mec.es/re335/re335_03.pdf
[Consultado en: 29/04/14]
* Trepat, D. La educación en valores a través de la iniciación
deportiva. La iniciación deportiva
y el deporte escolar. INDE.
Barcelona. 1995.