domingo, 4 de mayo de 2014

Acerca de los valores del deporte

¿Qúe son los valores?

Los valores hacen referencia a las cualidades objetivas de las cosas. Podía resumirlos en juicios de deseo o rechazo que se atribuyen a los hechos y objetivos, es decir, son principios o criterios que definen lo que es bueno o malo, por lo que acaban influyendo en un alto grado en la conducta de los miembros del grupo social. (García Ferrando, 1996).



Kuluckholn, (1951) define los valores como concepciones o criterios de lo deseable, y que proveen la base para seleccionar entre alternativas de pensamientos, sentimientos y acciones.

Por otra parte, el deporte tiene de por sí valores como el trabajo en equipo, el respeto por el compañero, la delegación de tareas, la corresponsabilidad, el diálogo,  la creatividad, el esfuerzo en conseguir un objetivo común, el fomento de la superación personal...
Esto creo que es  suficiente argumento  para que la práctica deportiva goce de presencia destacable en muchas de las actividades que se desarrollan con el objetivo de contribuir al proceso educativo de los jóvenes… y no tan jóvenes.


A través de esta práctica físico-deportiva, tenemos la posibilidad de reproducir implícitamente valores de la sociedad en la que vivimos, por ejemplo, podemos promover una educación de la conciencia colectiva, la participación y la convivencia pacífica. Pero además otra de las posibilidades educativas del deporte, es el desarrollo e interiorización de hábitos saludables e higiénicos, o como también los hábitos de relación social entre otras.

Tipos de valores

Los valores que son más válidos e interesantes de transmitir son aquellos que, sin llegar a ser coyunturales, proporcionan un sustento como medio para conseguir nuestro fin último: el desarrollo global e integral.
Haciendo caso a muchos autores y profesionales de este ámbito, y basándome en lo que ellos promulgan, cabe  destacar o diferenciar los valores  intrínsecos al deporte por un lado, y los extrínsecos al mismo por otro. De otra forma, cuáles son propios y susceptibles de ser adquiridos por el deporte y cuáles son los adjudicados por la subjetividad cultural del hombre.
Según Seirul.lo (1995) hay tres valores intrínsecos a la actividad deportiva: el agonístico, el lúdico y el hedonístico.

El valor agonístico promueve una apología por “aplastar” al contrario, y desvirtúa otros como la solidaridad, el compañerismo, la ayuda mutua, el altruismo, … En cierta medida es verdad, ya que actualmente el deporte se basa en eso, en los resultados ( ya sea ganar partidos, competiciones, títulos, conseguir objetivos,…) y lo que nos atrae del mismo  es este comportamiento agonístico.  No obstante, “competir es una conducta humana que, por sí misma, no debe ser considerada como buena o mala, es el uso y orientación de la misma, la que le puede dar uno u otro carácter” (Hernández, 1989:79) lo que implica que es totalmente apropiado enseñar a competir; siempre como un medio para auto superarnos, de mejorar respecto a nosotros mismos y nunca violando los derechos de los demás en beneficio propio.

El valor lúdico, hace referencia al juego.  No se trata de ganar, se trata de pasarlo bien de una forma más o menos organizada. A pesar de ser uno la antítesis del otro, se necesitan los dos, el uno del otro. El factor lúdico, es lo que nos sirve como un inestimable recurso para favorecer los aprendizajes. Se trata, en definitiva, de aprender a jugar y de aprender jugando.

Otro valor intrínseco es el hedonístico. Practicamos deporte por el mero hecho del placer que nos aporta su realización. Se dice que este factor es el que influye en que nos decantemos por uno u otro deporte. El estado de bienestar que nos produce nos es grato, no hay motivaciones extrínsecas. Placer por el deporte o actividad física.

Es de destacar un último valor, que quizás pase desapercibido. El valor higiénico; éste además de favorecer la formación de actitudes de respeto y cuidado hacia el propio cuerpo, se está considerando en el currículo como que “la actividad física favorece la conservación y mejora de la propia salud y estado físico, así como que previene determinadas enfermedades y disfunciones” (B.O.V., 1993:1948). Este sería por así decirlo, uno de los valores más elementales presentes en la actividad física desde los comienzos de la humanidad.

Por otro lado, a partir de los resultados obtenidos por las investigaciones realizadas por M. Gutiérrez San Martín (1995), se concluye en que los valores más propicios de alcanzar a través de la actividad física y el deporte, se clasifican en dos grupos y son los siguientes:

• Valores sociales: Participación de todos, respeto a los demás, cooperación, relación social, amistad, pertenencia a un grupo, competitividad, trabajo en equipo, expresión de sentimientos, responsabilidad social, convivencia, lucha por la igualdad, compañerismo, justicia, preocupación por los demás, cohesión de grupo.
• Valores personales: Habilidad (forma física y mental), creatividad, diversión, reto personal, autodisciplina, autoconocimiento, mantenimiento o mejora de la salud, logro (éxito-triunfo), recompensas, aventura y riesgo, deportividad y juego limpio (honestidad), espíritu de sacrificio, perseverancia, autodominio, reconocimiento y respeto (imagen social), participación lúdica, humildad, obediencia, autorrealización, autoexpresión, imparcialidad.

Valores que se dan en equipos deportivos desde el deporte base al deporte de alto rendimiento
La participación en un equipo deportivo es una oportunidad para que los deportistas aprendan muchos valores como:

El respeto: La base de la relación entre el entrenador y los miembros del equipo debe fundarse en un respeto mutuo. Si el deportista se siente seguro y apoyado por su entrenador, se motiva  a dar su mejor esfuerzo por gusto, y no por miedo. En una sana competencia debe haber respeto hacia todos los participantes y hacia las reglas del juego.

El espíritu de lucha: El deporte puede enseñar a la persona a no rendirse pronto ante la adversidad. Por ejemplo, el jugador  que no suelta la pelota a pesar de la oposición de los contrincantes está aprendiendo a ser perseverante y tenaz. Luchar por llegar a la meta no viene por naturaleza; es una actitud aprendida por la práctica.

El espíritu de equipo: En un equipo infantil no debe haber estrellas ni protagonismo. Todos los miembros del equipo deben tener la oportunidad de brillar.  En un equipo senior, aunque haya uno o varios jugadores que destaquen por encima del resto, no se puede llegar al éxito sin la ayuda de todos los componentes de la plantilla.

La lealtad: Esta se construye tanto adentro como afuera del campo.  Para lograr la unidad basada en la pertenencia, el equipo debería reunirse durante la semana para entrenar y otra para convivir socialmente, además del partido; pudiendo ser el mismo día (lo que llamamos concentración).

El autoestima: El deportista adquiere seguridad personal  por pertenecer a un equipo donde su participación es clave para el éxito común.

En este último punto toma mucha importancia que el  equipo esté bien manejado  y gestionando, de tal forma que de seguridad a sus miembros y les permita fracasar sin el peligro de ser rechazados.  Dentro de un sano ambiente de equipo, el fracaso es una oportunidad para aprender y mejorar.

La tolerancia y la aceptación: Estos valores van de la mano con el autoestima. Al grado que el deportista se siente apoyado, sabrá apoyar a sus compañeros, permitiendo que sean imperfectos y aprendiendo a aceptar a todos sin condiciones.

 
La competición en relación a los valores del deporte
No hay que olvidar que es bastante posible que la competición demasiado pronto pueda tener el efecto  de disuadir a ciertos niños y niñas. El constante seguimiento de excelencias y la disponibilidad de modelos de élite pueden actualmente desalentar algunos jóvenes de intentar un deporte por miedo de no ser capaces de alcanzar un nivel aceptable.
La búsqueda del resultado, es decir, enfocar todas las acciones hacia el objetivo final, sin incidir en el proceso y los procedimientos empleados para su consecución acarrea unos efectos negativos que normalmente se plasman en este tipo de acciones:
• Utilizar el engaño hacia el entrenador, compañeros, árbitro, competición,...
• Propiciar el aislamiento temprano de aquellos jugadores menos capacitados técnica y físicamente.
• Posibilitar relaciones de enemistad basadas en el establecimiento de desigualdades entre los miembros del equipo o con adversarios.
• Generar situaciones de frustración y de inseguridad por establecer objetivos irrealizables, y con los que los niños y las niñas sobre todo no se sentían identificados o no estaban motivados.

Citando a Huxley (1969), “como cualquier instrumento inventado por el hombre, el deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses del grupo. Mal utilizado, puede estimular la vanidad personal y la del grupo, el deseo codicioso de victoria y el odio a los rivales, un espíritu corporativo de intolerancia y un desdén por aquellas personas que se encuentran más allá de un cierto rol arbitrariamente seleccionado.”
No es que la competitividad deba entenderse como algo negativo si supone excelencia en la competencia de cada uno. La competitividad reglamentada y correcta, que supone logro de excelencia y lucha personal, que procura la superación de uno mismo, y de sus limitaciones en orden al logro de objetivos que supongan el éxito individual y, mejor aún, compartido, incrementa el sentimiento de pertenencia a grupo, al equipo, y la confianza en las posibilidades de cada uno para proponerse objetivos y lograrlos.


CONCLUSIÓN
Pienso que en la etapa de Iniciación deportiva o deporte base, la competición tiene que ser un medio más de aprendizaje del joven deportista y no convertirlo en el fin, o en el foco alrededor gira todo (entrenamientos, minutos de juego, etc.) ya que la consecuencia de ello sería borrar los valores propios del deporte.
Poco a poco la competición y competitividad debe irse introduciendo ya que eso producirá un estímulo mayor en el deportista (ya dejamos de ser niños/as o jóvenes) y será lo que juzge la situación de cada persona dentro del deporte.
¿Qué ocurre debido a esto?
 Que entendemos como normal situaciones que se producen en los entrenamientos o competiciones en todos los deportes. Insultos hacia jueces, árbitros, rivales, jugadores propios,… malos tiempos, tristeza, lloros,.. si el deporte está hecho para disfrutar; si los valores del mismo nos indican que habría que cambiar todo lo anterior por ánimos, signos de fair- play, alegría, desconexión de la rutina, ocupación del tiempo de ocio,..
¿Cómo no desvirtuar los valores del deporte?
Díficil no, dificilísimo. Habría que cambiar la mentalidad de tantas y tantas personas que se me antoja como casi imposible. No obstante, todo debiera empezar por un cambio de las personas que realmente amamos el deporte…







BIBLIOGRAFIA
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